Obituario: Felipe García Sánchez, profesor de Telecomunicación de la UPCT, excelente compañero y mejor amigo

Publicada el 24.Jul.2017

Por Joan García Haro


El pasado jueves 20 de julio de 2017, Felipe García Sánchez nos abandonaba prematuramente a primera hora de la mañana, a pocos días antes de cumplir 40 años y tras una lucha ejemplarizante contra el cáncer que duraba ya tres años. Como siempre, lo hizo madrugador y tan sumamente correcto despidiéndose, a su manera y dadas las circunstancias, de su madre María y de su hermano Antonio quienes le acompañaron y cuidaron con tesón y sin descanso hasta el final. Felipe estudió Ingeniería de Telecomunicación en la Universidad Politécnica de Valencia, coincidiendo en la misma promoción que otros Profesores de nuestro Departamento. Finalizó su doctorado en 2005 por la UPCT y estaba acreditado como Profesor Titular de Universidad. Felipe vivía y se desvivía por su trabajo, sabía que era una de las mejores profesiones del mundo, que le permitía ejercer como docente en contacto siempre con el talento desbordante de la juventud y como investigador, su auténtica pasión. Felipe siempre nos sorprendía con una rapidísima mente que encontraba antes la solución a problemas complejos que la forma de expresarla con palabras habladas y escritas, su talón de Aquiles, que se le atropellaban cuando intentaba explicarlo. Asimismo, todos los que le queríamos disfrutábamos de sus honestos y certeros análisis tanto académicos como políticos.
A finales de agosto de hace casi tres años, volvía de vacaciones y pasé por la Escuela para recoger unos documentos, me extrañó no ver luz en su despacho (sí, así era de trabajador), pero hasta me alegré, pensé “mira que bien, que disfrute del final de las vacaciones”. Aún no sabía que sólo unos días atrás había sufrido un desmayo por una anemia que resultó ser causada por esa maldita enfermedad. Se detectó ya tarde, pero él actuó como hacía en su investigación, analizando el problema y buscando soluciones, además con la fortuna de que el equipo médico que lo asistió le permitió participar en las vías de atacar su enfermedad. Estoy seguro de que gracias a ello pudo alargar su vida más tiempo, y seguir disfrutando, sí disfrutando, de su labor docente e investigadora, permaneciendo en activo casi la totalidad de esos tres años. Por otra parte, y simultáneamente, él nos animaba a los demás cuando nos embargaba la desesperanza al ver como su salud se iba apagando irremediablemente.
Creo que, conociendo a Felipe, no me perdonaría que no usase unas líneas más para agradecer, por supuesto a su familia, al equipo de profesionales de la salud que lo trató, a quienes le ayudaron a contactar con dicho equipo, a los buenos amigos que lo visitaban periódicamente, y en fin, a todos los que lo acompañaron el día del sepelio, presentes, algunos haciendo cientos de kilómetros para estar allí, o en pensamiento. Por lo demás, me gustaría acabar tal y como lo hacíamos, buscando párrafo a párrafo para darle el toque final a las ideas que quería transmitir en sus artículos, hasta que llegábamos, puede que ingenuamente, a la conclusión de que ya no era posible escribirlo mejor y más compacto. Para ello quisiera citar que en 1911, a la muerte del poeta Joan Maragall, su amigo Miguel de Unamuno dirigió una carta a su viuda donde le decía que jamás podría olvidarle porque le había “ayudado a ser mejor que sin haberle conocido sería”. Eso es lo que siento, tras la inmensa tristeza y vacío que me produce su pérdida. Todos los que le apreciábamos, le echaremos mucho de menos, y en su honor y con su ejemplo, intentaremos brillar cada día como profesionales y como seres humanos, aunque difícilmente con su intensidad. Descansa en paz compañero, te lo has ganado.

Imagen de archivo del profesor Felipe García (a la derecha), junto a Joan García y un estudiante, en la Escuela de Telecomunicación.