«Hace cuarenta años éramos cuatro gatos y celebrábamos las nuevas plazas matando un cordero»
Los más veteranos de la Universidad rememoran la «tremenda evolución que supuso la creación de la UPCT»
Con un abrazo se saludan y dando recuerdos para padres y hermanos se despiden. Los veteranos de la UPCT se sienten en familia. Se conocen desde hace más de cuarenta años, cuando la antiguas escuelas de peritos se convirtieron en Escuela Universitaria Politécnica, antecesora de la Universidad Politécnica de Cartagena en la que aún hoy trabajan. “La evolución a la que hemos asistido era impensable”, reseña Juan Antonio Cavas, profesor de Matemáticas desde 1978, que, como sus más antiguos compañeros, echa en falta la fuerte comunión entre el escaso personal de entonces. “Hay cierta nostalgia y añoranza”, reconoce.
“Había más fraternidad que ahora, pero también una precariedad incomparable”, alega por su parte Stella Moreno, quien en 1981 se convirtió en la primera profesora de la Politécnica. “Entre ganando 3.000 pesetas al mes”, recuerda Juani Beas, que acumula la mayor antigüedad entre las mujeres del Personal de Administración y Servicios al estar en plantilla desde 1975. “En aquel año llegaron las primeras alumnas a los estudios técnicos de Cartagena”, rememora.
El cuarteto de profesores y gestores más veteranos lo cierra Floren Vergara, técnico del laboratorio químico desde 1969. “Cuando me trajo el profesor Moreno Claver, padre de Stella, aún dependíamos del Ministerio de Industria. Sólo había una quincena de catedráticos titulares, un cura, don Telesforo,dos administrativos y tres guardias civiles de bedeles y para vigilar el movimiento estudiantil”, enumera. “Éramos cuatro gatos, pero teníamos una relación muy grande”, apunta Cavas, cuyo padre también era profesor en aquellos años. “Era tal la intimidad, que cuando alguien conseguía plaza, matábamos un cordero para celebrarlo”, detalla Vergara.
El contraste con la actualidad es evidente. “El empuje que dio la creación de la UPCT fue tremendo”, sostiene Cavas. “Hemos visto crecer paulatinamente la Universidad hacia el millar de empleados y es un orgullo trabajar en edificios emblemáticos que sin la Politécnica se hubieran caído”, reflexiona el veterano PAS.
“Tuvimos que luchar mucho, con un gran esfuerzo apostando por la investigación para consolidar los estudios superiores en Cartagena, con el primer programa de doctorado que consiguió mención de calidad en la Región de Murcia”, remarca la profesora Moreno. “Había ilusión, pero también temor”, reconoce.
De cara al futuro, esperan que la Universidad “se consolide promocionando las ingenierías en los colegios”, propone Vergara. “Hay que mostrar que la ingeniería también es vocacional”, sostiene Moreno. “Mantener el prestigio de la Universidad y reforzar la motivación del alumnado con una mayor tutorización” es la receta que aconseja Cavas. “Siempre harán falta ingenieros y técnicos para que avance el mundo”, añade Vergara.
“Después de tantos años, sigo muy contenta e ilusionada por trabajar aquí. A la Universidad hay que venir cómo llego yo por la mañana, dejando el mal humor en casa”, remata Beas con su incombustible carcajada.
“Lo que ahora tenemos es un lujo, pero sólo lo percibimos los veteranos”
Profesores pluriempleados porque el sueldo no les llegaba, escupideras y botijo, ratones correteando en los laboratorios… son muchas las anécdotas sobre la Universidad hace cuatro décadas. “Lo que ocurría entonces es impensable hoy”, asegura Cavas. “Yo era el único profesor de Matemáticas a tiempo completo. Daba cinco horas diarias de clase, sin tiempo para otra cosa que no fuera la docencia en clases multitudinarias”.
“Adolecíamos de las infraestructuras más básicas. No había departamentos como tal y casi que había que suplicar para la compra de libros”, continúa Cavas. “Es que no había nadie siquiera encargado de la biblioteca”, apunta Vergara. “Yo hacía de todo. De bedel, de telefonista y hasta labores de mantenimiento. Lo mismo daba la hora para el cambio de clase, que recargaba los botijos o fotocopiaba los exámenes y hasta las chuletas de los alumnos”, especifica Beas.
“Si fue necesario crear la UPCT es porque se nos trataba como una colonia”, sostiene Moreno. “Teníamos la sensación de estar marginados y desamparados por la Universidad de Murcia”, ahonda Cavas. Con perspectiva, “lo que ahora tenemos es un lujo, pero sólo lo percibimos los veteranos”, sostiene el docente.
Con el tiempo también ha cambiado el alumnado. “Hoy día hay todo tipo de facilidades para aprender gracias a la tecnología, pero cuando te lo dan todo hecho cuesta más esforzarse”, piensa Cavas. “A los exámenes de mi padre los alumnos venían de traje, ahora se presentan en bañador. En aquellos años, lo que decía el profesor era dogma de fe y que se desperezase un estudiante en clase era impensable”, se lamenta. “¡O que te diga que no viene a clase porque le coincide con la academia!”.
“Trabajamos por compatibilizar industria y cuidado medioambiental”
De los primeros años setenta, con Calixto Muñoz como director de la Escuela, los veteranos destacan las pioneras investigaciones ambientales. “Era tanta la insistencia de Joaquín Moreno en vigilar el Medio Ambiente que publicábamos boletines con los datos de contaminación desde el año 71”, cita Vergara. “Mi padre nos inculcó que era compatible un adecuado desarrollo industrial con el cuidado medioambiental en una época en la que las empresas aún pensaban que podían hacer lo que quisieran. Afortunadamente, cambió la mentalidad y comenzamos a trabajar con las compañías preocupadas por su mala imagen”, rememora la investigadora.