«No existen pruebas de que los alimentos puedan ser fuente o vía de transmisión probable del virus»

Artés Calero, catedrático emérito del área de Tecnología de Alimentos de la UPCT, destaca que durante la pandemia internacional del coronavirus, la cadena de suministro agroalimentario está contribuyendo a que el número de fallecidos y contagios sea mucho menor

Publicada el 07.Abr.2020

 

En estos momentos cruciales para España y el resto del mundo por la pandemia del COVID-19, reflexiono sobre la función actual de la Agroalimentación y sus actividades ligadas, de posible interés para los lectores.

Es sabido que para luchar contra una enfermedad es muy importante mantener una dieta suficiente, nutritiva y saludable, porque ayuda al sistema inmune a funcionar debidamente y previene el contagio. Por ello, la buena alimentación es esencial. En estos días que nos asola el COVID-19, ha tranquilizado mucho conoce r desde muy pronto que no existen pruebas de que los alimentos puedan ser fuente o vía de transmisión probable del virus.

Debemos destacar que durante la pandemia se está mostrando esencial el subsector económico de la Agroalimentación y las actividades incluidas en la Tecnología Postrecolección, como técnicas idóneas, condiciones de proceso y de conservación de los productos vegetales perecederos para prolongar su supervivencia, preservar su calidad y seguridad para el consumo y evitar pérdidas. Ambas son especialmente intensivas en mano de obra, muy estacional para diversas hortalizas y frutas. Están superando eficazmente las restricciones a los desplazamientos de personas, materiales y mercancías que requieren, a las ubicaciones del personal para mantener la distancia social segura o para proporcionarle equipos de protección en el cultivo, recolección, manipulado, acondicionado, envasado y la logística hasta la distribución al por menor. Sus equipos humanos han asumido con acierto la prioridad de mantener completamente operativo un sistema de abastecimiento alimentario tecnificado, dinámico y bien engranado, redoblando esfuerzos para asegurar el abastecimiento diario de alimentos a la población, como han informado los Colegios de Ingenieros Agrónomos de la Región de Murcia y de Levante.

La Agroalimentación y sus actividades conexas vienen revelando, hasta donde se conoce al redactar estas líneas, su extraordinaria capacidad para forjar certidumbres y mantener una sólida cadena de suministro agroalimentario vital, idóneo y diversificado, desde el cultivo y la cosecha hasta la venta al detalle. Con ello han aportado serenidad a la sociedad, aliviando la infundada ansiedad de algunos consumidores que generaron insólitos picos de demanda y minimizando alzas especulativas de precios. Además, han contribuido con toda seguridad a que el número de fallecidos y contagios haya sido mucho menor.

En España, el excelente comportamiento del conjunto de la cadena agroalimentaria se ha debido, sin duda, a las considerables inversiones efectuadas en épocas recientes para modernizar las empresas, estimuladas por las administraciones europea, nacional y regional, así como a la excelente capacitación técnico-laboral con que cuenta. Creo que estos empresarios y trabajadores, como sus proveedores, integran también el colectivo que los españoles hemos calificado de heroico en esta crisis, lo que se deberá poner aún más en valor cuando la superemos. Por tanto, la Agroalimentación y la Tecnología Postrecolección, junto a todos los sectores que tanto atenúan los gravísimos efectos de la pandemia, están desempeñando una función clave. Prestan un servicio esencial a las sociedades española y de los países a los que exporta, que ahora deben garantizar su extensión hasta la población más vulnerable y evitarle más sufrimientos. También colaboran decisivamente a salvaguardar un presente mejor y a construir un futuro socialmente más justo y menos desigual, ajenas a cualquier ideología. 

 

 

Francisco Artés Calero es Doctor Ingeniero Agrónomo y catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Cartagena

 

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