La profesora Ino Martínez destaca la importancia de la mujer contra la desertificación
Mujer. Desertificación. Sequía. A estas tres palabras les une una dimensión mundial, que afectan a numerosas regiones del mundo. El lema elegido en este 2023 para el Día Mundial contra la Desertificación es: ‘Mujer. Sus tierras. Sus derechos’.
Ino Martínez, profesora del departamento de Economía de la Empresa, destaca la importancia de la mujer contra la desertificación. Para la Coordinadora de Master Universitario en Dirección de Entidades de Economía Social, la mujer siempre ha tenido un papel fundamental. “Son las mujeres quienes gestionan los recursos naturales: la tierra, el agua, ya que son ellas quienes, generalmente, cuidan sus jardines y se ocupan de la gestión de su entorno. Además, “cuidan de especies vegetales y animales, favoreciendo su conservación y la biodiversidad”, añade. Y también, “reconocen la importancia del medio ambiente”, apostilla.
Esta es la reflexión de la profesora Ino Martínez en el Día Mundial de la Desertificación acerca del lema “Mujer. Sus tierras. Sus derechos" .
El papel de la mujer contra la Desertificación. La importancia de sus tierras y derechos.
La mujer ha tenido un papel fundamental en el medio rural tradicionalmente. En 1992, en la conferencia conocida como “Cumbre para la Tierra”, celebrada en Río de Janeiro, se iniciaron las negociaciones a nivel internacional sobre las cuestiones relacionadas con el medio ambiente y desarrollo. Asimismo, la Declaración de Río (surgida de esta conferencia) definió los derechos y obligaciones de los Estados respecto a los principios básicos sobre el medio ambiente y el desarrollo, y se formuló como idea clave, entre otras, el convencimiento de que la plena participación de la mujer era considerada imprescindible para el logro de un desarrollo sostenible.
Esto es debido a que las mujeres desarrollan cuatro funciones básicas en el medio rural: a) productiva, como titulares de una actividad económica, trabajadoras asalariadas y ayuda familiar (invisibles a efectos estadísticos y económicos); b) social, siendo responsables del mantenimiento de la unidad familiar y del cuidado y bienestar de la población dependiente; c) cultural, al conservar y transmitir multitud de tradiciones culturales (gastronomía, labores artesanales y folklore, entre otras); y d) medioambiental. En esta función desarrollan actividades muy diferentes, dependiendo de si son titulares o no de tierra. En términos generales, todas llevan a cabo la gestión de recursos naturales (tierra, agua, bosques, …), a través del cuidado de sus jardines, zonas comunes colindantes, y gestión de su entorno. Además, cuidan de especies vegetales y animales, favoreciendo su conservación y la biodiversidad. Y participan en la educación y sensibilización ambiental de las generaciones más jóvenes y de quienes les visitan (turismo rural), pues reconocen la importancia de la conservación del medio ambiente.
Si son propietarias de tierras y las explotan directamente, realizan prácticas sostenibles de agricultura y ganadería; pues conocen muy bien las plantas, los ciclos naturales y la biodiversidad. En este sentido, desarrollan una agricultura sostenible, pues conservan semillas tradicionales, diversifican los cultivos, optimizan los recursos naturales, utilizan prácticas agrícolas respetuosas con el medio ambiente, y promocionan la agricultura ecológica; lo que ayuda a mejorar la seguridad alimentaria y a reducir la desertificación. Asimismo, estas mujeres promueven el uso de energía renovables (eólica y solar) en sus comunidades y actividades empresariales, la reducción de residuos, la reutilización de materiales y la gestión adecuada del agua, decreciendo las zonas que sufren la sequía y los efectos negativos de esta.
Por su importante papel en el medio rural, y en la función medioambiental, es importante impulsar los derechos de las mujeres sobre las tierras de las que son propietarias, mitigando la influencia patriarcal (si existe), para que desarrollen las actividades que a ellas más les interesan, o en las que pueden aportar un mayor valor añadido por el conocimiento específico y diferencial que tienen, creando y gestionando sus propios negocios. Por otro lado, es necesario reconocer su papel en las explotaciones que ellas dirigen, pues en muchas ocaciones son representadas por sus parejas, hermanos o padres en cooperativas, alhóndigas, bancos o en otras transacciones comerciales, quedando parcialmente invisibilizadas. Para ello, es imprescindible su empoderamiento y reconocimiento oficial, mediante la Titularidad de su negocio, y en caso de compartirla, la obtención de la Titularidad Compartida de su explotación, figura con escasa presencia en la Región de Murcia (donde sólo hay una mujer que la tiene: Adela García Armero). Finalmente, las mujeres que realizan ayuda familiar en las explotaciones rurales familiares-, deben visibilizarse y ser reconocidas (con contrato laboral, seguridad social, nómina, trayectoria profesional) y los derechos que su condición les proporciona (pensiones de jubilación, tratamiento de enfermedades profesionales, etc.).