Una alumna ucraniana del máster en Gestión Turística hace prácticas en Los Habaneros ayudando a los refugiados
Ha traducido el menú del restaurante y evita barreras lingüísticas a las familias que huyen de la guerra y a los tripulantes rusoparlantes que se alojan en este hotel de Cartagena
La decisión de Anastasia Drohovoz de aprender español durante el confinamiento por la pandemia ha acabado siendo de gran utilidad para la veintena de refugiados ucranianos alojados en el hotel Los Habaneros donde está haciendo prácticas para el Máster en Gestión y Dirección de Empresas e Instituciones Turísticas de la UPCT.
“No podía salir de casa ni teletrabajar, así que ocupé mi tiempo estudiando el idioma. Y para poder poner en práctica vine hace un año de vacaciones a Cartagena, donde ya vivía mi abuela. Me encantó y decidí quedarme y apuntarme a este máster”, explica la alumna ucraniana.
“Mi intención era volver a trabajar en Ucrania, porque echaba de menos a mi familia y mi vida allí, pero ahora lo veo imposible y pienso en construir mi vida aquí”, señala en referencia a la invasión rusa que lo cambió todo.
Su madre y su hermana viven ahora también en Cartagena tras huir de la guerra “Tardaron dos semanas en poder llegar a la frontera húngara y viajaron durante cinco días hasta llegar aquí”, resume la estudiante de la UPCT. Su padre tuvo que quedarse. “Es muy duro estar lejos de los seres queridos y, aunque están apuntadas a los cursos de español que se imparten en la Politécnica, están meditando volver a Ucrania”, cuenta la joven, que en su país se formó en Finanzas y Dirección de Empresas.
En las prácticas remuneradas de 300 horas que va a concluir este martes Anastasiia ha traducido al ucraniano el menú de Los Habaneros y ayuda a las mujeres refugiadas y a sus hijos a comunicarse con los distintos departamentos del hotel, que tiene habitaciones reservadas por la ONG Accem, así como a preparar documentos para las administraciones.
“Tiene una gran valía profesional y es de gran ayuda para el día a día en el hotel, evitando los problemas que surgen de las barreras lingüísticas, tanto con las familias refugiadas como con los tripulantes rusoparlantes que arriban al puerto y se alojan aquí”, argumenta el jefe de recepciones y reservas de Los Habaneros, Antonio Santiago Ros. “Hablamos ruso o ucraniano indistintamente, en Ucrania todos somos bilingües”, detalla Anastasiia.
La estudiante de la Facultad de Ciencias de la Empresa presentará en septiembre su Trabajo Final de Máster, sobre el impacto de la guerra en la industria turística de su país. Espera encontrar trabajo y poder quedarse a vivir en Cartagena, una ciudad de la que destaca “su ritmo pausado, su belleza, su buena gente y su buen clima”, incluso en verano. “En Kiev hace también mucho calor en estas fechas y no tenemos ni mar ni siesta para sobrellevarlo”, razona.